REVISION: CRISTIAN VALDEZ
A pesar de todos los cambios ocurridos en la tierra de Israel desde su fundación como Estado, todavía se puede andar a orillas del Mar de Galilea e imaginar cómo hubiese sido cuando Yahoshúa (Yeshúa) ministraba en esos lugares. Casi siempre era seguido por multitudes de gente, ansiosa por oír Su enseñanza.
Fue a orillas de este mar donde una mujer muy enferma lo alcanzó, desesperada por ser sanada de una enfermedad crónica. Esta historia milagrosa es muy conocida por todos los lectores del Nuevo Testamento. Sin embargo, sucedieron tantas cosas «entre-líneas» que, de nosotros conocerlas, fortalecerían nuestra relación con Yahweh. Esto incluye detalles en torno a flecos, caracoles, autoridad, humildad y alas. Posiblemente estará pensando, «¿de qué se trata todo esto?» ¡Continúe leyendo!
Flecos
En matityah (Mateo) 9:20-22, encontramos la curiosa historia sobre una mujer enferma que recibe sanidad simplemente al tocar la ropa del Maestro: «Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. Pero Yeshúa, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija: tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva [sana] desde aquella hora.»
En el evangelio de Marcos, encontramos más detalles sobre esta historia: «Luego Yahoshúa(Yeshúa), conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?» (Marcos 5:30-31).
¿Cuál es el hecho significativo del borde del manto de Yahoshúa? A primera vista, parece ser un detalle de poca importancia. Sin embargo, una vez entendemos cómo era el borde de un vestido en tiempos bíblicos, estos pasajes adquieren significado.
La palabra «borde» realmente implicaba la esquina o punta del manto donde se debía ubicar un fleco o borla: «Te harás flecos en las cuatro puntas de tu manto con que te cubras» (Deut. 22:12).
Cada hombre judío debería utilizar flecos o tzi tziot (palabra hebrea, en su forma plural) en las cuatro esquinas o puntas de su vestimenta, según las siguientes especificaciones dadas por Elohim:
«Y Yahwèh habló a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel, y diles que se hagan franjas [o flecos] en los bordes [esquinas] de sus vestidos, por sus generaciones; y pongan en cada franja de los bordes un cordón de azul. Y os servirá de franja, para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos de Yahwéh, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis. Para que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis santos a vuestro Elohim. Yo Yahwéh vuestro Elohim…» (Números 15:37-41a).
Por esta razón, en la antigua Israel, los hombres usaban una vestimenta exterior de cuatro esquinas o puntas, y a cada punta amarraban unos flecos, o tzi-tziot. Esta prenda de vestir llegó a llamarse luego el talit, conocido en español como el «manto de oración».
Pero, ¿por qué flecos? Estos flecos le recordaban a cada hombre judío su responsabilidad por cumplir los mandamientos de Elohim. Actualmente, estos flecos representan las 613 leyes de Yahwéh, de las cuales 365 mandamientos son prohibiciones, y 248 son afirmaciones. Los cuatro flecos en las esquinas también representan las cuatro letras hebreas del Nombre Sagrado de Elohim: yod-hey-wav-hey, Yahwéh.
Debido a que los flecos caían visiblemente desde las cuatro esquinas de la vestimenta en plena vista de todos, incluyendo la de uno mismo, serían un constante recordatorio para caminar según las leyes de Elohim. La palabra hebrea de la que tomamos nuestra palabra «Ley» es jalajá, y significa literalmente «caminar«. Obviamente, el seguir la ley de Elohim es un diario caminar, y para mantenernos en este camino de justicia, necesitamos ser recordados de ello constantemente.
El utilizar estos flecos en nuestra ropa sería semejante a llevar La Biblia colgada a nuestro cuello. ¿Cómo nos conduciríamos en público, cómo conversaríamos y a dónde caminaríamos? Elohim quería que estos flecos sirvieran para mantener Su Palabra viva en la memoria de los israelitas.
Debido a que los judíos utilizan hoy día la vestimenta occidental, guardan esta ordenanza vistiendo una camisilla con flecos en las cuatro esquinas debajo de su ropa ordinaria. Sin embargo, permiten que sobresalgan las cuatro esquinas para que puedan observarse los flecos.
Otra prenda de vestir donde se encuentran los tzi-tziot es en el manto de oración, el cual utilizan los hombres judíos como cubierta cuando oran. Siempre disfruto ver a los hombres de mi vecindario en Jerusalén caminando desde la sinagoga a sus hogares, cada viernes por la noche y shabat (sábado) por la mañana, luciendo su gran manto sobre los hombros y espalda.
Cuando los hombres judíos oran, cubren sus cabezas con estos mantos de oración para desconectarse del mundo exterior y entrar a la presencia de Elohim. Esto se puede observar dentro de las sinagogas o ante el Muro Occidental de Jerusalén. Los mantos de oración son blancos, representando al cielo o la morada de Elohim.
Tienen varias franjas azules representando al Rúaj HaKódesh, o Espíritu Santo de Elohim. De esta manera, entienden que el orar con el talit, o manto de oración, significa cubrirse con la presencia de Elohim. Desde tiempos bíblicos, esta costumbre era semejante a la oración secreta en el aposento, posiblemente tal como lo refiere Yahoshua(Yeshúa) en Mateo 6:6, cuando nos dijo que nos encerráramos en nuestro aposento, apartándonos del resto del mundo, para orar a Yahwéh en secreto.
Este talit era el manto usado por Samuel (1 Sam. 15:27), y el manto que Elías echó sobre Eliseo (1 Reyes 19:19). También era el manto utilizado por Yahoshua (Yeshúa), cuyos tzi-tziot fueron tocados por la mujer que tenía el flujo de sangre.
Aún en Su gloriosa segunda venida, Yeshúa podrá estar utilizando Su talit. En Apocalipsis 19:11-16, Yohanan (Juan) nos da la siguiente descripción: «Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero… y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Elohim… Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de Reyes y Soberano de Soberanos« (Apoc. 19: 11-13,16).
El autor J. R. Church sugiere que el vestido que llevará Yahoshúa es el talit, con Sus títulos escritos sobre éste y sobre Sus muslos. ¿Dónde caen los tzi-tziot, sino sobre los muslos? Se puede notar que hay cuatro títulos mencionados en este pasaje – un título por cada uno de los tzi-tziot:
- «un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.»
2. «El Verbo de Elohim» (v. 13)
3. «Rey de Reyes» (v. 16)
4. «Soberano de Soberanos» (v. 16).
El propósito de los cuatro flecos en la ropa era, es y continuará siendo el de proclamar la Palabra de Elohim, de manera que siempre se recuerde y se ponga en práctica.
Caracoles
Cada fleco debió contar con un hilo azul. Hoy día, el tinte azul es tan prevaleciente que no podemos imaginarnos cómo, durante los tiempos bíblicos, el azul era probablemente el color más costoso para producir. Por esa razón, era utilizado sólo por la realeza o la clase alta, quienes eran los únicos que lo podían adquirir.
Previo a la creación de tintes sintéticos, la única fuente natural del tinte azul era una pequeña glándula en el caracol de tipo Murex . Se requerían 12,000 caracoles para obtener una cantidad de tinte que llenara un dedal.
En el año 200 a. E. C., una libra de tela, teñida en azul, tenía un valor equivalente a $36,000. Para el año 300 d.C., esta libra tenía un valor de $96,000, lo cual indica que Lidia, la vendedora de púrpura y una creyente de la primera iglesia, era una de las mujeres más adineradas en el Imperio Romano (Hechos 16:14).
En el método tan breve que tiene la Biblia de relatarnos cosas, esta pequeña cantidad de información sobre Lidia significa muy poco para nosotros hoy día, pero decía muchísimo a los primeros creyentes. De hecho, este detalle era un anuncio como: «¡Una de las mujeres más ricas y poderosas del Imperio Romano acaba de convertirse!» Imagínese el impacto que pudiera tener esto en términos de la predicación del Evangelio.
El color azul representaba, además, algo divino, y hacía que se destacara la realeza del resto del pueblo común. El tener un hilo azul en la vestimenta significaba tener algo de divino o real, y le recordaba al que lo vestía sobre su propio significado ante los ojos de Elohim. Después de todo, Elohim nos ha llamado a ser un sacerdocio real.
Este hilo tan atesorado probablemente pasaría de manos del padre al hijo como un legado muy preciado.
Por: Clarence H. Wagner, Jr.